domingo, 22 de abril de 2012

Taller


Siguiendo con el taller de construcción literaria llega la siguiente consigna:

  • Historia donde todas las cosas pasen a destiempo.
  1. Una mano buscando otra mano.
  2. Una mirada buscando otra mirada.
  3. Un sueño buscando otro sueño.
  4. Una palabra buscando otra mirada.
Yo elegí la N°1 "Una mano que busca a otra mano" y me salio esto que les parece. 

 A los que se animen a hacer algún cuento, relato corto o poesía con esta consigna me la pueden mandar al mail y la puedo publicar en este espacio con su nombre y blog si lo tuviesen.

La Catalina

Solo tenia cuatro años cuando Candela se me acerco para enseñarme un nuevo juego. Era un verano calcinante y mi hermana en el arte de los juegos de sincronización de manos. Uno en especial era su favorito, lo llamaba la Catalina.
—Golpea mi mano derecha con la tuya primero el dorso y luego la palma —me decía transmitiéndome su sabiduría—Después has lo mismo con la izquierda y por ultimo las dos juntas.
El canto comenzaba, pero la precaria coordinación de mi temprana edad no me dejo acertar ningún movimiento.
— ¡Así no Tatiana concéntrate! —me reprendía cada vez que fallaba y por desgracia eran muchas.
Por más que lo intentara, al verla levantar la mano derecha, yo, enfrente de ella, alzaba la izquierda sin poder satisfacer los deseos de mi hermana.
Las semanas siguientes me vi obsesionada con la tarea de realizar con precisión ese intricando juego.
Intente enseñárselo a una amiga del jardín de niños pero entre las dos era siempre el mismo resultado, las manos no se juntaban correctamente nunca.
Un poco decepcionada olvide el asunto por épocas y en otras, cuando reaparecía el interés por superarme. Encontraba a una nueva compañera de juego que me ayudara con la cuestión. Pero, lo interesante fue descubrir que la mejor manera de perfeccionarme era practicar conmigo misma.
Frente a un envejecido espejo, sincronice las manos con el reflejo que me devolvía los movimientos exactos.
Cuando me supe satisfecha de haber logrado dominar ese arte, busque a Candela por todas partes pero ella ya había abandonado los juegos hacía mucho tiempo.
Ahora era yo la que tenía ocho años y era mi tiempo de disfrutarlos pero no tenía a Candela para compartirlos. Sin desanimarme Salí al encuentro de Sofía mi hermana menor con la misión de enseñarle en juego de la Catalina.
Golpea mi mano derecha con la tuya primero el dorso y luego la palma —le dije transmitiéndole mi sabiduría a la pequeña de cuatro años que me observaba atenta—Después has lo mismo con la izquierda y por ultimo las dos juntas. ¿Entendiste?
—Si —contesto alegremente, ansiosa por comenzar.
—Bueno a las tres—le advertí—. Uno, dos, tres.
El canto comienza y levanto mi mano derecha topándome con la incapacidad de Sofía para devolverme el movimiento adecuado.
—Lo siento Tatiana, era mi otra derecha—me dijo afligida.
No pude enojarme y reprenderla aunque lo deseaba, pues otra vez me vi de cuatro años tratando de alcanzar las manos de mi hermana mayor y fallando. No importa cuan duro lo intentara.


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