La historia y el rencuentro mágico.
¡Hay de mí y de mi eterna cabeza
loca!
La vida me ha golpeado en la cara
una vez más con otra sorprendente vivencia. Dejándome con la boca abierta y los
días llenos de magia.
Déjenme decirles que los momentos
mágicos les pueden pasar cuando menos lo esperen pero de las maneras más locas
siempre. Hoy les quiero contar de uno de mis momentos de locura.
Hace un par de semanas llegue
como todos los días a la librería donde compro mis novelas románticas. Esas que
colecciono ávidamente en mis ya abarrotados libreros de madera de pino. Verán
los libros que caen en mis manos no tardan más que en un día en contarme su
historia por lo que cada tarde antes de ponerse el sol, voy en busca de mi
próxima historia a la Boutique del libro Bodeler, una tienda un poco rara en
donde me proveo de nueva y muy melosa literatura.
Tengo preferencia por este inmenso
local escondido en una vieja galería departamental. Allí tres hermanos y su
anciano padres se toman la tarea de vender libros muy enserio. Debo confesar
que compro allí desde hace unos seis años a razón de unos trescientos sesenta y cinco libros al
año, uno por cada día. Por lo que soy yo, indudablemente su mejor cliente, la
reina del genero romántico.
En esta ocasión en especial estaba
eligiendo un nuevo tesoro para pasar el día, era veintinueve de febrero una
fecha que solo nos visita cada cuatro años en bisiesto y quería festejarlo con
un libro que me revolviera la cabeza y me inundara el corazón de amor. Me
acerque hasta el mostrador y busque a alguno de los vendedores.
—Hola don Esteban—salude al
anciano que guardaba celosamente su lugar detrás de la antigua maquina registradora. A estas alturas el
pobre hombre estaba medio sordo. Ya que en sus espaldas cargaba el peso de por
lo menos ochenta años. El me respondió con una inclinación de cabeza a modo de
saludo y una media sonrisa cansada—. ¿Están Francisco, Claudio o Marcos por
aquí? —le pregunte por sus hijos.
Hizo señas para que repitiera la
pregunta y lo hice gesticulando exageradamente con las manos. Pero siguió sin
entender una palabra de lo que decía. «Tal vez se ha vuelto sordo del todo»
pensé.
Algo contrariada por la situación comencé a ojear los títulos de las diversas colecciones a fin de encontrar por mi misma un nuevo titulo y esperar a que alguno de los hermanos regresara a su puesto en la librería. Cosa que no tardo mucho en suceder.
Algo contrariada por la situación comencé a ojear los títulos de las diversas colecciones a fin de encontrar por mi misma un nuevo titulo y esperar a que alguno de los hermanos regresara a su puesto en la librería. Cosa que no tardo mucho en suceder.
—Disculpe señorita Amneris.
Estábamos solucionando unos asuntos con mi sobrino que viene de Estocolmo y
teníamos que finiquitar algunas cosas para su estancia—se excuso Francisco a
mis espalda sobresaltándome pues no lo había escuchado acercarse— .Espero halla
podido encontrar lo que buscaba
—En realidad no he encontrado
nada hoy y no se preocupe jamás me molesta pasar un rato más aquí en su local.
No sabía que tenía un sobrino viviendo tan lejos.
—Es el hijo de Marcos el benjamín
de la familia, apena tiene veinticinco años.
Él estaba realizando una aventura como mochilero pero ya ha regresado a
su casa para asentarse definitivamente. Esta vez espero que así sea—me contó entre risas. Era evidente que amaba a su sobrino.
— ¿Veinticinco? Solo dos años más
que yo. Pero yo en cambio jamás he salido de esta ciudad—suspire resignada por
mi realidad y puse fin a esos pensamientos abruptamente. No quería parecer
desconforme con mi vida pero en el fondo algo de eso había—.Intente hablar con
su padre pero creo que ya no me escucha ¿quería saber si había llegado algo
interesante para un día especial como este?
—Gracias por su paciencia con el
viejo, no hemos podido convencerlo de quedarse en la casa a descansar. Dice que
este es su lugar en el mundo. Déjeme mostrarle los nuevos títulos, pase por
aquí—dijo guiándome nuevamente al mostrador— ¿Algo especial dijo? Déjeme buscar
un minuto.
Después de hurgar en unas cajas
repletas de libros saco cuatro ejemplares bellísimos que mostraban a damas
antiguas con vestidos pomposos en las portadas y títulos que hacía fantasear
con solo leerlos. Un nuevo cliente llamo la atención del señor Francisco que me
dejo escogiendo entre la selección.
Ojee dos de ellos, no tarde mucho
en decidirme ya que tarde o temprano terminaría leyendo los cuatro pero ese me
llamo particularmente la atención. Cuando lo tome del mostrador, las manos
cálidas de Don Esteban me lo arrebataron en un movimiento ágil y preciso.
Poniendo su dedo índice sobre sus labios me indico que guardara silencio y
desapareció tras un juego de cortinas rojas con mi libro en las manos.

Extrañada busque a su hijo que me
explico que su padre a veces hacía esas cosa raras pero siempre tenia alguna
razón oculta. En relación al libro él nunca li había visto y si su padre no me
lo quiso cobrar él tampoco lo haría. Así que, debí considerarlo un obsequio
peculiar por ser día bisiesto.
Llegue poco después con mi nuevo
libro a mi casa, ansiosa de sumergirme en la historia que encerraba. Deseosa de
que fuera tan poco común como la forma en que lo conseguí. Una taza de té, unas
galletas. Sentada en el viejo diván que herede de mi abuela me dispuse a abocarme plenamente en la lectura.
Comencé la historia de Renato un
escritor poco experimentado, de diecisiete años, trotamundos de fines del mil
ochocientos. Muy bien parecido, rubio y de ojos grises, que se enamorado de casualmente Amneris dos
años menor que él, una cortesana muy bella, prometida de un lord desde su
tierna infancia. Aunque la costumbre comenzaba a caer en desuso ella se
encontraba inevitablemente condenada a un matrimonio arreglado donde no
conocería jamás el amor.
Ambos enamorados lucharon fieramente por
defender lo que sentía el uno del otro enfrentándose a la sus familias, al
futuro marido devenido en villano y la misma sociedad que los veía como impuros
y libertinos.
Durante el corto tiempo que
estuvieron juntos, vivieron un amor inmenso lleno de bellos matices que hacia
pensar que fueron creados como almas gemelas destinados a encontrarse y amarse.
Una bellísima novela que me atrapo desde un comienzo (no solo porque la
protagonista compartiera mi extraño nombre si no porque me enamore de Renato
tanto como ella), y me hizo derramar lagrimas de tristeza en el final Shakespirino, donde ambos protagonistas mueren prometiéndose
el uno al otro rencontrarse en el futuro, lejos de esa cruenta realidad que los
separaba. para allí, vivir una vida plena y tener su final feliz tan merecido.
Antes de cerrar esa pequeña obra
de arte que me robo el corazón busque el nombre del autor para poder conocer a
quien concibió esa historia. La sorpresa fue encontrar el nombre de Esteban
Bodeler I como tal. Según contaba este hombre en la última página esa era la
historia de su hijo muerto por defender su infinito amor por su Amneris.
Decidí entonces regresar a la
tienda y devolver el libro que era un pedazo importante de historia de esa
familia y agradecerles de haberlo compartido conmigo. Allí me dirigí y la
campanilla de la puerta anuncio mi llegada.
Detrás del mostrador el puesto frente a la maquina registradora estaba
vacío y los tres hermanos no se mostraban por ninguna parte. El local parecía
desierto.
—Disculpe señorita—dijo una voz
desconocida tras de mi sobresaltándome—mis tíos me han dejado a cargo por unas
horas ¿en que puedo ayudarla?
Me di vuelta dispuesta a decirle
el porqué de mi nueva visita y al verlo casi pierdo el alma entre las medias.
Delante mio estaba la rencarnación de Renato, el personaje de la novela. El
mismo cabello rubio, el mentón firme y los ojos grises que describían aquellas
páginas. Perdí el habla en un segundo y creo que también los colores del rostro
que al poco tiempo se amontonaron febrilmente en mis mejillas.
—Lo siento, la he asustado.
Permítame presentarme soy René, Renato en realidad pero no uso mi nombre
completo, soy hijo de Marcos Bodeler uno de los dueños de la librería—apresuro
a decir esbozando la más bella de las sonrisas, el también parecía sorprendido
al verme.
No pude decir una sola palabra, solo
pude enseñarle el pequeño libro que tenia en mis manos. El que él reconoció al
instante.
—oh, veo que ha leído la historia
de el trágico amor de mi tío abuelo. Yo llevo su nombre en su honor sabe.
Supongo que mi abuelo tiene algo que ver con que usted tenga el libro.
—El me lo regalo—dije balbuceante,
pero al ver su cara corregí lo dicho inmediatamente—. Melo dio, yo lo termine
de leer y pensé en devolvérselo. Es el libro más bello que he leído.
—Es una historia real—me informo
con su melodiosa vos—. Una muy triste, espero tener mejor suerte que él a la
hora de enamorarme.
—Yo también. Aunque estoy casi
segura de que así será—le conteste tratando de contener una sonrisa—A por
cierto... soy Amneris.
Escrito por: Angeles
Hola!
ResponderEliminarMe ha encantado el relato, escribes muy bien, me ha encantado el ambiente (es que amo las librerías =P) y el final =)
Muchos besitos!