sábado, 3 de diciembre de 2011

El guardián de su paz

Prologo

Hoy es el gran  día, suena a frase hecha pero es lo que es, un gran día. He sido llamado a cumplir el mandato, la misión que como hombre y humano se me ha encomendado. Hace mucho  sé, que el tiempo llegaría, así que no estoy desprevenido, en realidad me encuentro preparado para afrontar mi responsabilidad. Fui paciente los últimos meses, hoy la ansiedad pulula a mí alrededor hundiéndose en mi pecho, hace que vibre cada nervio. Siento la piel sensible al tacto, el bello de los brazos reacciona a la electricidad de la que el aire está cargado, es inquietante, puedo vislumbrar su origen. El dolor de los de mortales.

Hoy soy cazador y presa espero mi momento de actuar con sigilo, quieto, expectante. Estoy siendo observado por los que me rodean pero no permito que eso altere mis facciones. Nadie puede adivinar mi miedo. Desde mi lugar en el extremo de la habitación pálida aguardo el momento de ser llamado.

Según el sol cae, las horas mueren en el reloj. Las cuento impaciente, las veo colarse entre mis dedos dándole paso a la noche. Falta poco para un nuevo día.  ¿Acaso perderé la oportunidad  de convertirme en aquello para lo que me he preparado?  Las dudas nublan mi buen juicio soy víctima de mi propio subconsciente.

En los últimos meses después de que se me informara de mi asignación he entrenado cada uno de mis sentidos,  adiestrado mis sentimientos, disciplinado aquellos que me hacían entrar en conflicto conmigo mismo. Los   ancianos me  aleccionaron durante largo tiempo preparándome para este momento.

Las puertas por fin se abren llamándome a penetrar por ellas. Del otro lado mi señor me espera con semblante cansado pero  alegre. Una sonrisa curva sus labios mientras cristalinas lágrimas empañan su mirada. La emoción lo enverga. Sabe a qué he venido, sabe cuál es mi misión, me guía hasta mi destino que se presenta ante mí en ella.

Pequeña y frágil como el pétalo de una flor, de piel rozagante y mirada fuerte me observa desde la protección que le brinda los brazos de Mi señora, su madre. Sus ojos, dos pequeñas tormenta tan grises, parecen desprender chispeantes relámpagos con cada batir de sus parpados.  Me estudia meticulosamente,  es realmente muy curiosa de mí  y aunque inmadura sé que con el tiempo tendrá  la sabiduría del mundo en sus labios y la fuerza de los volcanes en sus tiernas manos. 

El ímpetu de sus palabras provoca la devoción de aquellos que la observan.  Los movimientos de su cuerpo la euforia de los concurrentes. A su alrededor se arremolina, el movimiento que busca su bienestar, comodidad y descanso. Es ella el centro de este universo y yo el más fiel de sus guardianes.

Entre nosotros hay una diferencia de escasos catorce años. Yo le contare lo que la vida me ha enseñado. Mi conocimiento y experiencia la ayudaran en el camino que le aguarda y por el que yo ya he transitado. Es mi orgullo por ella tan grande que mi existencia  quedara unida a la suya por siempre. En este momento le juro mi vida, su protección es mi único cometido, su felicidad mi meta.  

Se aleja de su madre y se acerca a mí sin miedos. Me acepta como su amigo, reconoce mi vos y mis palabras. Sabe que en mi es seguro confiar.

Su fino cabello azabache se derrama sobre mi brazo. La tomo con fuerza tan cerca de mi pecho como pueda estar. Sé muy bien lo que siento en este momento, soy consciente del frentico latido de mi corazón, del terremoto que provoca al pulso de mis venas. Mis entrañas se retuercen de felicidad.  La  amo. Me sería imposible alejarme de ella ahora.  Moriría  si lo hiciera.

Sus padres nos observan estáticos dándonos el tiempo necesario para habituarnos el uno al otro esperando la reacción de ambos. Fuera la noche bulle de vida festeja mi éxito.  Mi alma hoy está completa…

Es ella mi luz, mi compañera, mi mundo infantil, mi amor puro y limpio. Mi hermana.

Yo soy Luciano de León nací para volverme tu guardián y es hoy en el día de tu nacimiento, que tus padre, mis padres, te traen hasta mí. Dejándote en mis brazos. Haciéndome inmensamente feliz. Hoy es una gran noche  para mí. Yo seré para ella aquel que velara en las noches más oscuras de pesadilla. El que la alejara del peligro.El guardián de su paz. A mi lado no tendrá tristeza ni desesperanza. La luz le llegara a raudales infinitos. En mi encontrara  la palabra que busca y necesita, el cuento que  anhela, la paz de su descanso.

Bienvenida al mundo pequeña hermana. Bienvenida al mundo Luz María.  


Autora: Ma. de los Angeles

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