
Dentro de la casa las caritas brillaban y los ojitos sonreían solo al imaginar cuales eran los secretos que las cajas les guardaban. La noche se presentaba larga, interminable pero el dormir no era la opción más aceptable. Los más pequeños en sus habitaciones jugaron entre ellos a medias luces y casi en silencio hasta altas horas de la madrugada. Mientras que los más grades abarrotaban su espacio con interminables murmullos. Ningún niño o niña descanso debidamente esa noche buena.
Con los débiles primeros rayos del sol que se filtraron entre las cortinas, de los grandes ventanales, parpados cansados renuentes a abrirse completamente se alzaban celebrando la llegada del día. El reloj marcaba apenas la seis de la mañana pero aun así uno a uno cada par de ojos fue replegándose en la caritas de aquellos inocente.
Clara y Sebastián siempre soñaron tener una familia numerosa pero la vida les había prohibido traer al mundo hijos propios. Por lo cual, durante años, han sido los padres de los niños que el mundo les dio. Adoptar fue su más grande acierto y desde la llegada de su primer hijo hasta el día de hoy contaban con ocho nuevos miembros en su familia. Ocho pequeñas personitas hambrientas de amor y cuidados.
No existía el dolor o la tristeza detrás de las puertas que los separaban del mundo. Solo comprensión, apoyo, compañerismo y mucho amor mutuo. Ya que los unía algo mucho mas fuerte que la sangre. El latir de diez poderosos corazones.
Desde su habitación Clara vio alzase el sol por la ventana, la expectativa le daba a la mañana un ritmo perezoso, intolerablemente lento. Aguardo sentada sobre su cama, ya tendida, con un pequeño sobre entre las manos. Los minutos desfallecían en su reloj, las agujas marcaron seis y media. Tan solo faltaban escasos y a la vez cuantiosos treinta minutos más. Sebastián se había levantado hace tiempo, impaciente preparaba el momento escaleras abajo.

Cuando la euforia del momento fue poco a poco pasando Clara anuncio que tenía una noticia para todos. Callados los niños y Sebastián la escucharon.
Así como hace más de dos mil años en un precario pesebre se entregaba el primer regalo de navidad hoy llega a nuestro hogar un pequeño ángel anunciando la llegada de un hermanito en el futuro.
Sebastián la miro desorientado mientras los chicos saltaban de alegría. Las lágrimas de felicidad desbordan de la mirada de Clara mientras Anunciaba que a sus cuarenta años estaba embarazada.
La familia entera se fundió en un inmenso abrazo dando así la bienvenida al próximo nuevo integrante de su ya numerosa familia.
Escrito por : Ma. de los Angeles
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