Espiritu navideño

El amor es la fuerza más poderosa del universo y al intentar eludirlo nos sumerge en el odio profundo y doloroso. Convirtiéndonos en su peor enemigo de aquel a quien amamos. Podrá el espíritu navideño destruir las barreras creadas por el rencor y hacer refulgir los corazones de estos enamorados.

Milagro de navidad

Desde los cinco años Tamara y Elián son vecinos. Sus casas están enfrentadas una a la otra. Comparten en mismo colegio y la misma aula. Asisten al mismo club y sus padres son los mejores amigos. Comparten absolutamente todo. Hasta el infinito rechazo que siente el uno por el otro. No pueden permanecer en una habitación los dos juntos sin que una tormenta de agravios caiga en una u otra dirección. Jamás han podido congeniar, ser amigos no era una opción.

El día que se conocieron, Tamara baño con agua sucia a Elián en pleno invierno y este a modo de venganza le pincho las ruedas de la bicicleta rosa que ella tenia. Durante años las travesuras y maldades se sucedieron. Sus padres intentaron fomentar el compañerismo en ellos pero le resulto imposible, sin embargo jamás se rindieron y siguieron urdiendo planes para que los dos chicos armonizaran mínimamente y así terminar con los enfrentamientos.

En las vísperas de las fiestas navideñas los padres de ambos se reunieron para organizar la celebración de noche buena. Una fiesta multitudinaria,  en la que inevitablemente los dos, ahora adolecentes de 17 años cada uno, debían asistir. La preocupación los invade pero se reusan a cambiar sus planes ya que a pesar de la tempestuosa relación sus hijos, ellos  aun comparten una entrañable y muy arraigada amistad.

 Ninguno  de los lados acepto de buena gana los planes para esa noche pero al verse obligados a obedecer y asistir prometieron dar lo mejor de ellos mismos para que la velada fuera una verdadera noche de paz.

En el salón de la gran casa de los padres de Tamara se reunieron un cuantioso número de personas, amigos, familia, vecinos y Elián. Eso ponía los pelos de punta a la muchacha, que se preguntaba por qué sus padres la sometían a aquella tortura. Ella por su parte estaba acompañada por alguna compañeras del instituto que acudieron a la fiesta junto a sus padres.  Sin embargo solo tenia ojos para estudiar los movimientos de Elián y asegurarse que el no cometiese ninguno de sus despreciables actos. Él estaba acompañado por su flamante nueva novia florero como ella solía llamarlas, por estar siempre a su lado adornando la presencia del muchacho y para nada más ya que por dentro eran completamente huecas, vacías de pensamiento o aptitudes.  Esta en particular era de estatura promedio aunque los tacos que ostentaba la hacían ver mas alta que las demás, resaltando su presencia. De cabello rubio largo, ojos azules, piel como la leche y pechos indudablemente plásticos. Combinaba a la perfección con Elián que le envolvía la cintura con sus fibrosos brazos. El posee una  ancha espalda, complexión física de un jugador de rugbi de  metro ochenta de estatura, cabello castaño claro y ojos marrones con motas amarillentas que le daban un aspecto salvaje a su mirada. A Tamara le daba asco verlos besándose tan acaramelados.

Del otro lado de la habitación Elián atendía las demandas de su ultima conquista mientras disimuladamente estudiaba lo que Tamara hacia junto a sus amigas. Observo que hoy se había producido mas de lo habitual para esta fiesta, vio que llevaba su largo cabello oscuro recogido en lo alto de la cabeza en un intrincado rodete, del cual se escapaban las puntas mas rebeldes formando hermosos tirabuzones sobre sus hombros descubiertos, el peinado hacia resaltar su cara y en especial sus grandes ojos negros.  El vestido de strapless  bordo largo hasta las rodillas se le adhería al cuerpo insinuando su esbelta figura, enfatizando su piel morena. Si no la odiara tanto diría que es la muchacha más bella que existe.

Por gracia de los cielos la noche paso sin dificultades, cada invitado gozo de la fiesta. Los más chicos jugaron hasta caer vencidos por el sueño y los mayores conversaron de mil temas alrededor de las mesas. Elián vio a su conquista encontrar a alguien mas interesante que él, dejándolo solo en medio de todos. Tamara rechazo muchas propuestas de nuevos amores  y despidió a sus amigas a la hora de marcharse, quedándose sola contemplando el gigantesco árbol navideño ya despojado de sus regalos.

La casa se fue vaciando, los invitados uno a uno abandonaron el salón. Aun no amanecía y el cielo cubierto de brillantes estrella competía con las luces del árbol. Una noche perfecta pensaron sus padres, pero a Tamara, que se encontraba allí parada, la sensación de soledad la invadía. Tanta gente y ninguna compañía aun no se recuperaba de la perdida de su viejo amor quien la dejo por su mejor amiga.

Del otro lado del árbol también estático con la mirada fija en las esferas de colores que lo adornaban estaba Elián, perdido en sus pensamientos. Un destello entre las ramas llamo su atención y vio a través del follaje la mirada triste de la distraída Tamara. Al momento ella levanto la vista y sus ojos se encontraron con los salvajes iris de Elián. La electricidad corrió por todo su cuerpo y la sangre se le amontono en sus mejillas. Esos ojos no deberían pertenecer a alguien como el, pensó ella. Por su parte el casi cae de rodillas por la falta de aire que le produjo hundirse en esos lagos negros que lo observaban.

Ambos desconcertados por sus reacciones huyeron  asustados, pero por falta de atención o mala planificación, los dos terminaron huyendo para el mismo lado. Encontrándose sorpresivamente espalda con espalda detrás de un muro de rosas que embellecía  el jardín.

Se vieron uno al otro en medio de la oscuridad, sus ojos brillaban por el miedo y la expectativa. Seria tan fácil mandarlo al diablo y correr en otra dirección pensó Tamara, pero no era lo que deseaba, su estomago se retorcía por la situación y ansiaba poder acercarse un poco mas a él y tirarse en sus brazos. Pero el miedo al vengativo rechazo la contenía.

En cambio Elián pensaba que ya no podía contenerse. Recordó el día que la conoció cuando eran apenas niños, le había dicho que la amaba y eso la enfureció tanto que termino bañándolo con agua helada, desde entonces se enredaron en eternas disputas por cuanto asunto les incumbiera, lo estaba volviendo loco. Durante años la amo en silencio contestando sus agravios con los propios para ocultar el dolor que le producía su rechazo. Ella lo sabía y allí estaba frente a él tentándolo a cometer otra locura. Avanzo un paso mas cerca y ella no retrocedió, tomo sus manos entre las suyas temblorosas, cuidadoso, siempre esperando su dolorosa reacción. Centímetro a centímetro fue ganado espacio siempre con la mirada sumergida en la de ella. Sus cuerpos juntos. Fundidos en un abrazo  lleno de deseo. Sus corazones latiendo descontroladamente en sus pechos como si fueran solo uno. Cada vez más cerca de su cara Elián roso las ardientes mejillas de Tamara con la punta de su nariz enviando grandes corrientes de energía por su piel. Lentamente dibujo un recorrido exquisito que la llevo a las nubes.    

Tamara ya no sentía el suelo que pisaba, su corazón amenazaba en colapsar en cualquier momento. Ahí estaba ella entre los brazos de su peor enemigo. Anhelando el momento en que la besara. Deseando que ya nunca más la soltase. Soñando con que el fuera su futuro y ella su dueña.  El aire se volvió espeso, irrespirable. Elián no podía creer que la tuviera tan cerca, tan suya, la amaba desde siempre y se prometió a si mismo que ya no la perdería. Acaricio suavemente su espalda, beso tiernamente su cuello.

Pequeños besos se derramaron sobre Tamara volviéndola loca, despojándola poco a poco de su autocontrol. Elián rozo la comisura de sus labios y ella vibro  por dentro como cuerda tensa de violín, no aguantaba la espera. La desesperación casi ganaba la batalla. Tomo su boca, se fundió en su alma  y la hizo suya para siempre.